Elogio del silencio (2)

Como decíamos ayer (hace un mes para ser más preciso), y rompiendo el ayuno de palabras cuaresmal, volvemos a cometer el oxímoron de hablar del silencio, elogiándolo. Hoy no vamos a escudarnos en los Padres y Madres de la Iglesia, a los que dejaremos para otras ocasiones, sino que voy a retroceder hasta los silencios de Jesús, algo complicado porque: ¿cómo la Palabra de Dios puede estar en silencio?

Y, sin embargo, es verdad que la Palabra estuvo en silencio. No solo, como es lógico, en su infancia (al fin y al cabo, in-fans significa “que no habla”): los evangelios no reflejan ni una sola palabra de Jesús hasta los doce años, en su adolescencia (Lc 2,43); luego volvió a estar callado durante los años de su “vida oculta”. Incluso en su bautismo estuvo silencioso, para permitir que la Voz del cielo pudiera hablar.

Será solo cuando la voz de Juan sea silenciada cuando la Palabra empiece a proclamar en público que el Reinado de Dios está cerca. Una palabra que nunca será callada por más que lo intentaron sus adversarios, sino que se mantuvo activa, proclamando esta cercanía del Abba.

Hay, sin embargo, un episodio donde la Palabra se calla. Se encuentra en el evangelio de Juan, en el capítulo octavo, un episodio censurado en muchas comunidades cristianas, que sobrevivió gracias a la iglesia de Alejandría, que transmitió esta historia tan escandalosa (la mujer pillada en flagrante adulterio).

Frente a la algarabía de los escribas y fariseos, que no hacen más que vociferar, para presionar a Jesús (es sorprendente la cantidad de verbos de habla que aparecen al inicio del texto) a que se decante por una de las dos alternativas de esta trampa capciosa: o perdona a la mujer adúltera, y va en contra de la Ley de Moisés, o la condena, y va en contra de su Abba (además de contra la ley romana).

Y cuando todos esperamos que Jesús, el Maestro que había estado enseñando poco antes en el templo (Jn 8,2), desmontara implacablemente los argumentos de los acusadores y defendiera brillantemente a la pobre mujer, resulta que Jesús: “Inclinándose se puso a escribir con un dedo en la tierra” (Jn 8,6, gesto que repite en el v. 8).

Muchas personas lo han entendido desde una postura estratégica, a la defensiva: cuando no hay nada sensato que decir, lo mejor es callar. Pero el texto esconde en su interior una doble kénosis (abajamiento): espacialmente, al inclinarse, Jesús se coloca por debajo del nivel de los acusadores, asumiendo voluntariamente una situación de inferioridad, compartiendo la condición de la mujer acusada, mientras los demás están de pie; verbalmente, su silencio es un acto de humillación (el Maestro guarda silencio).

Sin embargo, esta doble kénosis da como resultado algo imprevisto: mientras el silencio de la mujer la sitúa en clara indefensión, el silencio de Jesús, la Palabra de Dios hecha carne, desmonta los argumentos de escribas y fariseos, y vuelve contra ellos la acusación. Frente a la agresividad de los acusadores, Jesús responde con paz y tranquilidad, frente al griterío de los denunciantes, Jesús les invita a mirar en su propio interior: “Aquel de vosotros que esté sin pecado, que le arroje la primera piedra”, ofrece la oportunidad para elegir, para quitarse la máscara que todos llevamos.

Y es que, de manera paradójica, la Palabra sabe cuándo hablar y cuándo callar, porque si la Palabra estuviera siempre hablando, el ser humano Jesús no podría escuchar y no habría diálogo ni recíproco enriquecimiento entre ambas dimensiones.

Y aquí lo dejamos, para que no se convierta en una Biografía del silencio (segunda parte).


Fernando Rivas Rebaque

Elogio del silencio (1)



“El silencio es dolorosa intuición de una palabra destinada al otro”

Edmond Jabès, El libro de las preguntas.

Una de las características de la época en que vivimos es la sobreabundancia de palabras, imágenes y sonidos en lo que podríamos denominar una “ruidosfera” que nos rodea y acaba por contaminar nuestro ser y quehacer. De aquí la necesidad y urgencia de volver al cultivo del silencio, en el que los Padres y Madres de la Iglesia pueden ser nuestros guías y consejeros.

Ya Ignacio de Antioquía, adaptando una fórmula de sabor gnóstico, nos habla de la “Palabra que procede del Silencio” (A los magnesios 8,1). Silencio primordial (Sygê, femenino en griego) donde el Hijo habría tenido su humus creador, pues sin silencio ninguna palabra es posible.

Pero serán los primitivos monjes del desierto quienes llevarán este silencio a su mayor plenitud. Así Arsenio, al pedir a Dios que le mostrara el camino de salvación, recibe esta triple orden: fuge, tace, quiesce (“huye de los hombres, guarda silencio y mantente en la quietud”). Pues es el silencio el que permite al monje estar de verdad solo para dedicarse al cuidado de su corazón y al encuentro con Dios, incluso cuando está rodeado de otras personas: “Si guardas el silencio, en cualquier lugar que te encuentres hallarás reposo” (Apotegmas. Poimén 8). Es más, es el silencio el que nos permite acoger dignamente la Palabra de Dios, que quiere una morada recogida (Gregorio de Nacianzo).

Sin embargo, a nadie, ni siquiera a los hombres y mujeres del yermo, se les puede exigir el silencio absoluto, pues callar por siempre es inhumano. Por eso, el silencio no es visto tanto como una obligación, sino como una oportunidad (de escuchar mejor lo de dentro y lo de fuera). Y la cuestión es más bien el buen o mal uso de la palabra, como enseñaron a Evagrio Póntico al comenzar su estancia en el desierto: “Cuando visites a alguien, no hables antes de que el otro te pregunte”.

Se ve que lo aprendió bastante bien, porque más adelante escribirá: “Di lo necesario, en un tono convincente y apropiado a las exigencias del oído, haciendo escuchar tu palabra de un modo inteligible y en voz alta, a fin de hacerla llegar agradablemente a los oídos de los que te escuchan. Guárdate de decir alguna cosa que no hayas examinado antes por ti mismo. Guárdate asimismo de esconder, por envidia, la sabiduría a los que no la poseen” (Sobre el silencio).

Pero será Arsenio, al que podemos considerar como el patrono del silencio, quien resume este consejo en un apotegma sin desperdicio: “Si hablas con tus compañeros, examina tu palabra y, si no es palabra de Dios, no hables”, que completa con otro que también se le atribuye: “Muchas veces me he arrepentido de haber hablado, pero jamás de haber callado” (Apot. Arsenio 40), aunque en realidad –y siento defraudar a los fans del monacato egipcio– según Plutarco es de Simónides, un poeta griego del siglo V a.C. Pero hacemos como que esto no lo he dicho.

Será sobre todo el ecuánime san Basilio el que mejor aconseja la manera más correcta de este silencio, porque por medio de él somos dueños de nuestra lengua, aprendemos a usar rectamente la palabra y nos permite encontrar la paz; en definitiva, tantas ventajas que, salvo casos de auténtica necesidad, “es preciso permanecer callados”, y si hablamos, que sea “con el canto de los salmos” (Reglas breves 13).

En fin, que tanto hablar del silencio no deja de ser contraproducente, por lo que lo mejor será callarnos (hasta próxima entrega).

Fernando Rivas Rebaque

Hesiquía o paz interior (integral)

¿Qué es y para qué sirve? Si es que sirve para algo

Como decíamos ayer (10/9/2018), ahora toca hablar de la hesiquía, palabra con un significado muy amplio que iría desde el reposo a la paz interior, el silencio o el recogimiento… Algo que viene muy bien para tiempos como los que corren.

No se trata de una situación momentánea, sino de un estado permanente, y va siempre acompañada por el conocimiento de las propias carencias, como bien expresa en el siglo VII uno de los grandes maestros espirituales del Oriente cristiano: «Amigo de la paz interior no es aquel que lleva a cabo con diligencia las cosas hermosas, sino aquel que acoge con alegría las cosas negativas que le afectan», Isaac de Nínive, El don de la humildad, Sígueme, Salamanca 2007, p. 111.

Por medio de la hesiquía podemos alcanzar la unidad interna (focalizando nuestros deseos, facultades y energías), vivir en paz con quienes nos rodean (naturaleza incluida) y experimentar la presencia y el encuentro con Dios. Volvemos de nuevo a Isaac de Nínive: “Escruta tu práctica y no corras tras un nombre. Entra, profundiza, no tengas pudor, aprende, progresa, lánzate en todas las distinciones maravillosas y libres de los caminos de la práctica de la quietud, a fin de que comprendas con todos los santos la altura, la profundidad, la longitud y la largura (cf Ef 3,18) de esta conducta que no tiene límites… Y no te concedas reposo hasta haber penetrado en todos los senderos”, ib. 182.

La hesiquía no supone dejar de tener problemas o dificultades, que nos acompañan hasta el final, sino ser capaces de enfrentarnos a ellas. Tampoco significa insensibilidad hacia lo que nos rodea, sino relacionarnos con nuestro entorno en su auténtico sentido y razón, no en función de nuestros deseos, pues como expresa Isaac de Nínive: “Permanece en paz contigo mismo, y los cielos y la tierra estarán en paz contigo mismo”, ib. 78.

Y aunque es por esta hesiquía por la que empezamos a adquirir el conocimiento de nuestra propia persona y de Dios, no es más que indirectamente, pues solo por el amor tenemos un conocimiento pleno de ambos: “De hecho, cada vez que apacigua todos los movimientos del oído y de la vista, el solitario ve de un modo luminoso a Dios y a sí mismo, y extrae [del alma] aguas limpias y dulces, que son los suaves pensamientos de la firmeza. Por el contrario, cuando se apoya en aquellos movimientos, a causa del torpor que ellos le producen el alma se vuelve semejante a uno que camina de noche en medio de la niebla: es incapaz de ver el camino y el sendero, de manera que se extravía con facilidad hacia lugares desiertos y peligrosos. Sin embargo, cuando se aquieta al mismo tiempo que su alma, como alguien sobre el cual soplara un viento fresco que despejase el aire a su alrededor, entonces empieza a resplandecer de nuevo ante sí mismo, descubre lo que él es, discierne dónde se encuentra y dónde se le pide que vaya, y ve de lejos la morada de la Vida”, ib. 108.

Un conocimiento que también se aplica a la propia Escritura (y a nuestra vida e historia), donde su complejidad y riqueza hacen absolutamente necesaria la paz interior, como aconseja Isaac de Nínive: “Que tu lectura se realice en quietud, [alejado] de todo, estando libre de la excesiva preocupación por el cuerpo y del tumulto de las actividades, a fin de que produzca en tu alma un sabroso gusto, mediante las comprensiones deliciosas que trascienden los sentidos [y] que el alma siente en sí misma cuando persevera en la lectura”, ib. 40.

Y una vez visto qué es la hesiquía, y su importancia, tocará en próximos apartados ver cómo conseguirla, advirtiendo a las almas inquietas que esta cuestión va para largo.

Fernando Rivas Rebaque

Una mica d’ikebana

Si teniu ganes de fer una activitat en silenci i en relació amb la natura, us recomano que us inscriviu a un taller d’ikebana. L’ikebana és un art floral japonès, que respon a tota una filosofia. Jo només n’he fet un tastet, però ho vaig trobar molt suggerent. Donar forma a una branca que has triat prèviament, desprendre-la d’allò que és accessori, posar-hi les flors que la il·luminen… Vas fent en silenci i tot d’una d’adones que potser el que estàs despullant de l’accessori no és només la branca sinó a tu mateix. Si us ve de gust, us podeu inscriure als tallers que cada estació de l’any s’organitzen a la Casa d’Espiritualitat del Miracle. El proper tindrà lloc de l’1 al 3 de novembre. En podeu trobar informació a la web Se n’ocupa Ferran Rodríguez, un mestre excel·lent.

També, si voleu aprofundir-hi una mica més i de passada fer també la ceràmica que contindrà l’ikebana, sapigueu que hi ha un curs de 27 hores que podeu fer al taller de Ruth Cepedano, a Barcelona, impartit per Rosa Vila-Abadal i Serra. Aquí podeu trobar-ne informació.

Mercè Solé

Amb el mantell d’Elies

És d’hora, m´he despertat i la son no ha volgut tornar, així que estic escrivint abans d´anar a Laudes. Des de la finestra de l’habitació del monestir del Miracle noto la nit fosca, sense lluna, imposant encara el seu mantell de negror. Molt aviat per Orient, el sol sortirà i permetrà contemplar un paisatge amorós i treballat.

El profeta Elies estimava Déu, però era humà i temia per la seva vida. Va perdre les forces, la temença era massa forta i va fugir per amagar-se a la cova de la muntanya de Horeb.

La veu del Senyor va interpel·lar-lo insistentment: “Que hi fas, aquí, Elies?”. (1 Reis 19,9-18). Vencent els seus temors, pren la decisió de seguir a Déu. El profeta surt del seu amagatall, per anar a la recerca d’Eliseu, el seu deixeble i receptor del seu mantell a la fi de la seva missió profètica.

Ara penso que Elies devia sentir el mateix que moltes persones que han pres la opció de la vida monàstica: “M´he enamorat de Jesús”. És un comentari recurrent per explicar el motiu de la seva resolució. Simplement això i com tot gran amor, es segueix. (Testimonis de vida monàstica. Emaús 51. Centre de Pastoral Litúrgica)

La vida monàstica no és segurament fàcil. Com tota vivència hi ha clarors i foscors. També els tenim els que vivim en família, a la feina o a altres llocs.

Viure en un convent o en un monestir, fa de la solitud i el silenci el seu eix existencial, possibilitant centrar-se i abandonar-se al mateix temps per sentir la veu de Crist les vint-i-quatre hores del dia.

Concentrar-se i deixar-se portar per Déu pot semblar impossible vist amb ulls mundans. En una societat on tot comença a estar excessivament tecnificat, trobem oasis de pau benedictina, que segueixen la regla escrita per Sant Benet el segle V com a eina molt definida per pregar i treballar. El seu ritme cadenciós es una forma molt útil per encarnar a la vida diària el missatge que Jesús ens va donar.

Quan en l’altre hi veus la presencia de Crist, has d’estimar-lo perquè és superior a tu, l’entrega és total, sense esperar res, humilitat a l’extrem, respecte a tot i tothom, acolliment, pobresa, servei…

Llegir amb serenor la Regla de Sant Benet és un exercici molt vàlid i engrescador per viure cristianament a qualsevol lloc del món. Ha estat per mi un gran descobriment.

Aquests dies també he trobat la grandesa de la Pregària de les Hores. Les comunitats dels primers cristians ja es reunien abans de anar a treballar i en acabar el dia. La lectura del salms espero que em sigui un xic mes planera a partir d´ara.

El recés al Miracle, m’ha fet pensar en el buit existencial de soledat inherent a la condició humana, que és difícil d´omplir si no és amb una entrega total i absoluta a Déu. Hi ha altres formes, fugides diverses, però cap omple com la seva Presència.

Potser perquè treballo en una residència geriàtrica i la mort hi és molt present, penso que no hi ha millor preparació per al final de la vida que deixar-se envair per la solitud i el silenci de Déu, quan encara hi ha lucidesa. És un aprenentatge formidable per encarar la pròpia finitud.

El so de les campanes trenca el silenci de l’alba. La crida a Laudes s’expandeix per la plana de l’entorn del Monestir. Hi ha una boira fina, molt tènue. Aviat el sol deixarà la seva timidesa inicial i l’esmicolarà en mil gotes d´aigua.

Amb silenci i quietud vaig al monestir per dir les primeres paraules del dia: “Obriu-me els llavis, Senyor, i proclamaré la vostra lloança”.

Concepció Rovira

Silenci, hospitalitat, bellesa, compromís

Quatre paraules que, junt amb la natura, van configurar l’activitat organitzada per la Casa d’Espiritualitat del Miracle, els passats 10-12 de novembre, una activitat que girava a l’entorn de la icona de la Trinitat de Rublev.

Vist així, tot plegat sembla una mica complicat. Però no ho va ser tant. La trentena de persones que hi vam assistir hi anàvem sobretot per gaudir del silenci, que es pot viure de moltes maneres: en companyia dels monjos i de les seves pregàries, caminant i contemplant l’espectacle hivernal i boirós de la natura al Miracle o bé fent meditació, immòbils, a l’ermita de Sant Gabriel. Pujar a Sant Gabriel no és pas fer un tres mil. Com el silenci, és un turó de fàcil accés, que, també com el silenci, eixampla la mirada i ofereix una sorprenent perspectiva pràcticament de tot Catalunya.

El pretext de tot plegat va ser, d’una banda, oferir un espai en la línia del que havia estat la “pregària del cor”, una de les activitats més significatives del Miracle, i l’altre, aproximar-se a la icona de la Trinitat d’Andrej Rublev.

La veritat és que la icona dóna per molt. En primer lloc, perquè aquesta representació de la Trinitat parteix de l’episodi bíblic de l’hospitalitat d’Abraham als tres hostes que són Déu mateix. L’hospitalitat és un dels noms de Déu, he llegit aquests dies. I de fet l’episodi d’Abraham (Gn 18-21), que nosaltres acostumem a compartimentar perdent-ne així part del sentit, és només una part d’un relat que inclou també l’episodi de Sodoma, condemnada per maltractar els hostes, i que es prolonga uns quants capítols. Una manera, gens occidental, de fer veure la complexitat de les coses: no judica ni analitza, enllaça històries diverses que tampoc poden llegir-se com una al·legoria. És un deixar-se portar per la narració.

Aproximar-se a la Trinitat per la via de l’hospitalitat és eloqüent i, per tant, hi ha tota una tradició pictòrica i escultòrica que de mica en mica va identificant els tres àngels amb les tres figures de la Trinitat: el Pare, el Fill i l’Esperit. L’aportació de Rublev, a més a més de la bellesa de la icona, és que despulla l’escena de tot element que no siguin els tres personatges. Desapareixen Abraham, Sara i els servents, i queden els tres hostes amb un espai buit… per al qui contempla. L’espectador passa a formar part de la icona. Hi té el seu espai a taula, la taula de l’Eucaristia amb un munt d’elements simbòlics. De veure Abraham acollint els hostes, passem a ser nosaltres mateixos acollits per la Trinitat.

De les moltes coses que es van dir sobre la tradició de les icones, sobre el significat dels diversos elements simbòlics, sobre l’ús dels colors, el moviment, els atributs de cada figura, dues coses a destacar:

  • les figures són iguals i diferents alhora, sense altra jerarquia que les mirades del Fill i de l’Esperit al Pare, una bona imatge de la igualtat en la diversitat; la Trinitat és un conjunt, no una compartimentació;
  • el món hi és ben present, expressat en el llenguatge icònic per aquest rectangle que es pot veure sota el calze. El món que coneixem, el dels homes i dones d’avui, doncs, és al bell mig de la Trinitat i de l’Eucaristia.

Intentar escriure-ho és un exercici difícil. Prou que ho deveu veure, que no s’entén gaire. Fer l’exercici de contemplar-ho es paeix molt millor. Vam fer l’esforç, també, ajudats per la pel·lícula The visitor, d’intentar pensar què significa per a cadascun de nosaltres l’acollida al foraster.

Ho vam passar bé preparant-ho l’Àngels Canals, la Teresa Barzano, en Ramon Ribera.Mariné i jo mateixa. Tenim ganes de tornar-hi.

Mercè Solé

Bécquer

Quin missatge extraordinari de tendresa, aquest de Gustavo Adolfo Bécquer: “El alma que puede hablar con los ojos, también puede besar con la mirada.” Hi ha tantes coses que no entenem fins que no topem amb elles… Com escriure poesia. Com pregar a l’infinit. Com plorar el silenci. Com necessitar el silenci. Com lluitar amb tu mateix sabent que perdràs. Com captar el valor del present. “L’ànima que pot parlar amb els ulls, també pot besar amb la mirada”. Si un dia una ànima així et besa insolentment amb la mirada… estàs perdut: et deixarà tocat per sempre.

Maria-Josep Hernàndez

Camí endins

cami-endinsCamí Endins neix a la primavera del 2013 en un sopar d’amigues i amics en què vàrem compartir un seguit d’intuïcions. Després d’aquella primera trobada en vingueren d’altres i, lentament, vàrem destil·lar aquelles primeres intuïcions en algunes certeses que ens han acompanyat al llarg del nostre recorregut vital: el nostre viatge de vida és més complet si realment connectem amb qui som; tothom pot arribar a connectar amb la seva interioritat; la descoberta d’aquest món interior es pot educar.

Camí Endins neix, doncs, a partir de l’experiència personal. I neix de la convicció que l’ésser humà ha de fer una introspecció, més que una exploració exterior, per respondre a la pregunta més fonamental a la qual ha de donar resposta: ¿Qui sóc jo?

La intuïció ens deia que hi havia un dèficit d’introspecció. Una mancança que ens feia estar descentrats, buscant la raó del nostre ésser per aquí i per allà. I al mateix temps copsàvem una necessitat, nascuda d’una anhel de profunditat.

Una segona intuïció era que aquesta dimensió interior també es podia educar en família. El repte és com iniciar tota la família en el desvetllament de la riquesa que ja som cadascú de nosaltres. Aquestes intuïcions ens varen animar a preguntar-nos què podíem fer per donar una petita resposta tant a nivell individual com col·lectiu.

La nostra tercera intuïció és que totes som mestres i deixebles. Cadascú de nosaltres, sent i vivint el que som, ensenyem. El mestre apareix en un infant de cinc anys que es queda extasiat davant la marieta que té a la seva mà. O en l’adult que, emocionat, explica com la natura ens indica que la cooperació, la interconnexió i interdependència, és el que fa que la vida s’esdevingui…

Així doncs, vàrem idear un itinerari pensat per a persones, grups i famílies que pogués ajudar a apropar-nos al nostre interior. L’itinerari que oferim està basat en practicar i viure el silenci, l’atenció plena i la meditació. Aquest itinerari no és d’estudi; ha de ser viscut. No es basa en conèixer, sinó en viure. Educar la interioritat no és quelcom que es fa des de fora, amb ensenyaments que s’han d’aprendre i repetir per a poder després tenir un bagatge de coneixements.

No és el mateix coneixement que saviesa. La saviesa suposa adonar-se i viure que som ja plenitud, que som harmonia i pau, que l’essència de tot ésser humà rau en estar connectat amb la Realitat que ens amara, que abasta, que ens sosté. Aquesta essència no cal anar-la a cercar fora de nosaltres. Està en nosaltres. Ja som allò que intuïm i anhelem.

Tot això es descobreix en l’Ara, que és el moment en què tot succeeix, el temps en què tot s’esdevé. No és ni en el passat ni el futur on es juga la vida. És cada moment, cada respiració, cada instant, que viscut així és etern.

I això només es pot fer en el silenci, que no és absència de soroll extern, sinó apaivagar el soroll de prejudicis, creences, pensaments, valoracions, que constantment produeix la nostra ment. És assistir com a testimoni a allò que succeeix, sense identificar-nos amb res, deixar que passi, que flueixi…

I per això és necessària la meditació, que no és res més que entrenar la ment per prendre consciència d’allò que som, per trencar la seqüència de pensaments, emocions, sentiments que constantment produïm i no confondre’ns entre el que sembla i el que és real.

Camí Endins ofereix aquest itinerari a tothom, perquè considera que totes les persones en recerca de veritat necessiten que el seu dit índex, en lloc d’assenyalar cap enfora assenyali cap al seu interior.

En concret, oferim trobades i tallers. Acompanyem persones, grups que ens ho demanen i també famílies. En les trobades familiars els adults inicien, guien i introdueixen a les criatures en l’escolta de si mateixes, en la descoberta del silenci i la pràctica de la meditació.

En la curta vida de l’associació, les nostres intuïcions es van confirmant i veiem que les persones que participen en els tallers i les trobades senten que aquest itinerari els ajuda a respondre la gran pregunta de: qui sóc?

Marta Digón
www.camiendins.org

Els Amics del Desert, la xarxa del silenci

Reconec que em va frapar llegir la Biografia del Silenci de l’escriptor i prevere Pablo d’Ors. Potser perquè està escrit d’una manera senzilla, o potser perquè està escrit en primera persona, a partir de la pròpia experiència de l’autor, o potser perquè m’ha arribat la resposta en el moment en què jo em feia la pregunta.

De fet això de la meditació, del fer silenci, sempre m’havia quedat molt lluny: sonava a cosa espessa, culturalment distant, i passiva. Ja es veu que visc plena de prejudicis, oi? Prego poc i malament, de forma irregular. Intento tenir present la gent que m’envolta, les seves i les meves inquietuds, i mirar-me la vida des de l’agraïment i la confiança. Tanmateix, no sé evitar la por. Com molts altres cristians, quan em poso a resar tinc molt present la Bíblia, sempre amb la sensació que no m’acabaré aquest pou immens de saviesa. Amb els anys, però, m’he anat quedant sense paraules.

D’una banda, potser ja no són tan necessàries. De l’altra, no sé si té gaire sentit fer girar tant la meva pregària sobre mi mateixa i les coses que em passen i que em preocupen. ¿Potser ha arribat l’hora d’escoltar amb una mica més d’atenció? ¿O bé de deixar de creure’m “secretària general de l’evangelització” segons una eloqüent expressió de Dolores Aleixandre? És a dir, jo faig el que puc, però qui fa no sóc pas jo. I això val especialment per la meva hiperactivitat, que encara que em sembla que de vegades dóna fruit, aquest fruit no sol estar relacionat amb l’èxit sinó més aviat amb el fracàs i els seus efectes col·laterals (ara la que es posa espessa sóc jo). És cert que vivim profunds canvis socials i culturals i que em sento una mica fora de joc, també per l’edat. Un àmbit en el qual m’he mogut sempre és el de l’Església i cada vegada estic més convençuda que bases i altures hauríem de fer una mena de “reset”. Però tot plegat només es pot fer si es va a la font, a allò que és essencial. I intueixo que el silenci és un camí. M’atrau aquest no-res, que no deixa de ser un salt en la gratuïtat i la confiança.amics-del-desert

Total, que em va alegrar molt poder contactar amb la xarxa dels Amics del Desert, una iniciativa promoguda pel mateix Pablo d’Ors i que també té seu a Barcelona. Els Amics del Desert es troben quinzenalment per fer meditació als locals de la parròquia de Sant Josep Oriol. Tothom qui vol fer silenci hi té cabuda, cristià o no. És un grup divers i respectuós, i amb sentit de l’humor. Quan ens trobem fem silenci i també comentem algun fragment de l’evangeli, en el criteri que Jesús no és propietat exclusiva dels cristians i que el seu missatge arriba a moltes persones i de moltes maneres. De tant en tant comentem alguns textos de Franc Jalics, un jesuïta mestre de la meditació. Recentment vaig tenir ocasió d’anar a un recés d’iniciació a la meditació que em va encantar. I properament, del 10 al 12 de juny de 2016, n’hi ha un altre de programat, amb Pablo d’Ors, a Poblet. Si hi esteu interessats, podeu escriure a
estevegrasset@grasset.es o bé a losamigosdeldesiertobarcelona@gmail.com.

Amb tot, ja veieu que el silenci no em fa emmudir… no.

Mercè Solé