Juan José Gallego va néixer el 1940 a Castrillo de los Polvazares (Lleó). Va estudiar Humanitats al seminari d’Astorga, quatre anys al seminari de Cardedeu i Filosofia i Teologia a l’Estudi General dels Dominics. Llicenciat en Teologia a Roma i doctorat des de l’any 1983 a la Universitat de Sant Tomàs, va ser conseller general de l’orde dels dominics durant onze anys i prior a Roma durant sis anys. En tres ocasions ha estat provincial, dues vegades a Espanya i una a Portugal. Ja a Barcelona, l’any 2007 Martínez Sistach el va nomenar exorcista de l’Arquebisbat de Barcelona i l’any 2016, el papa el va nomenar Missioner de la Misericòrdia. Ha publicat llibres i articles.
La periodista Teresa Porqueras li va dedicar el llibre “Cara a Cara con Satanás”, on parla de la seva vida i de la seva experiència com a exorcista. La portada té una imatge més aviat sensacionalista, amb una fotografia d’ell molt fosca i freda, on la seva mirada no és l’habitual, de pau i d’afecte. Té una actitud de permanent acollida, i no amb mi, que per vincles familiars em coneix des que vaig néixer, sinó amb tothom qui s’adreça a ell. Més enllà de la seva faceta més coneguda, Juan José Gallego destaca per la seva saviesa, profunda fe, senzillesa, humilitat i sentit evangèlic. Avui ens veiem amb calma… i amb una gravadora, ja que ha accedit a fer aquesta entrevista. Parlem sempre en castellà, i així transcric la conversa.
– Actualmente eres Misionero de la Misericordia, nombrado por el papa Francisco. ¿Cómo acogiste esta responsabilidad?
Primero, desconcertado. No sabía nada. Me sentí muy agradecido al Papa por la confianza, y también al cardenal Martínez Sistach, a quien tengo un gran aprecio. El nombramiento del Papa me llegó a través de la Nunciatura Apostólica de Madrid, pero creo que también Martínez Sistach tuvo algo que ver.
–¿Cuál es tu función, como Misionero de la Misericordia?
Te dan autorización para perdonar todos los pecados, pecados reservados que puedes perdonar por esa autorización del Papa. Y una vez acabó el período para el cual estábamos nombrados, el Papa dijo que seguía todo igual hasta una nueva disposición. Por lo tanto, sigo con esta misión.
–¿Cuál es el valor del perdón?
Yo te diría que es lo más grande que tenemos en el Cristianismo. El que no perdona, no es cristiano.
–Pero a veces no es fácil.
Es cierto. Por eso hay que decir que es una fuerza de Dios, y que el perdón nos ayuda. El perdonar es un don de Dios que nos hace bien. Y en el perdón, en este regalo de Dios, he descubierto también la presencia de María.
–¿De María?
Sí, últimamente pienso mucho. Puede parecer que no hace nada, y es ella la que te da la fuerza para salir de situaciones difíciles. Siento también que me ha ayudado en estos últimos años. Ahora mi ilusión es ir a Portugal, donde he vivido cuando fui provincial en Lisboa y Fátima, a darle gracias a la Virgen de Fátima.
–El 7 de marzo de 2007 el arzobispo Martínez Sistach te nombra exorcista de la Diócesis de Barcelona. Tu no tenías ninguna experiencia. ¿Qué sucedió?
Cuando vine de Valencia como prior al convento de Barcelona, fuimos a despedir al padre Feliciano Paredes, que era el exorcista y marchaba de la diócesis. El arzobispo entonces se dirigió a mí, y me dijo si me vería capaz de aceptar el cargo. Yo le dije, con mucha prudencia, que no sabía nada de esto, pero que me lo podía plantear… Más adelante así fue, y llegó el nombramiento oficial.
–Y en el momento que fue oficial…
…lo pasé muy mal. Tenía un miedo atroz. Cuando salí del obispado con el nombramiento, salí pensando: “¿Dónde me he metido? ¿Qué he hecho?” Yo había sido profesor en Valencia de materias parecidas a estas… pero esto era otra cosa. La verdad es que miraba para todas partes y en todas partes veía demonios… Lo pasé muy mal.
–¿Y qué cambió para que pudieras asumir esta responsabilidad?
Hice una reflexión: “Si el arzobispo me ha nombrado, es porque confía en mi, y yo confío en Dios”. Y a partir de ahí, me dije que iba a llevar a cabo este encargo como hago con los otros ministerios sacerdotales. Desde aquel momento, he sentido paz y serenidad, y no he vuelto a tener aquel miedo.
–En el libro “Cara a cara con Satanás” mantienes un actitud muy humilde. Vienes a decir que, exactamente, no sabes contra qué luchas, que solo quieres poder ayudar.
Claro. Es un espíritu. No es tangible. Por fe, tú sabes que existe, que el demonio tienta, que tentó a Jesucristo…
–Pero ¿qué es el demonio?
Pues no lo sé exactamente. Diría que es un espíritu que tiene la misión de apartarnos de Dios. Y por tanto, yo lo que hago y lo que busco es poder ayudar a esas personas, que por las circunstancias que sean, pudieran estar afectadas o poseídas. Y no sé por qué están así… Hay algunas personas que han sido ellas que han invocado, han hecho espiritismo, o han pedido algo encomendándose al demonio… y luego están mal.
–¿Personas que se encomiendan al demonio?
Sí, hay casos así. Pero no son todos los casos que me llegan, claro. Incluso hay un libro interesante sobre santos que han estado poseídos por el demonio, “Historias de santos endemoniados”.
–Pero hablar del demonio y de un espíritu… a la mayoría de personas nos suena muy abstracto.
Claro, no hay nada tangible ni se puede cuantificar. Hay quien cree que todo son enfermedades. Y es cierto que hay enfermedades, pero también hay otras cosas que están ahí. Yo tengo mi experiencia, y creo que hay hechos que te hacen llegar a un convencimiento moral de que hay algo más. En todo caso, son personas que sufren mucho y que intentas ayudarlas en nombre de Dios.
–El mal lo entendemos todos… ¿Dirías que ese espíritu es el mal?
Es que es el mal, la personificación del mal.
–Explicas que un médico, una psicóloga y un psiquiatra te han ayudado a discernir lo que pueden ser posesiones de lo que no.
Nunca tengo una certeza total de que alguien está poseído. Puede ser. Hay casos que se tienen que tratar con un psiquiatra, pero hay otros que no lo sé, que solo tengo indicios de que hay algo ahí que no es de Dios, que hay algo más.
–Entonces, ¿cómo disciernes si actuar o no?
La verdad es que si hubiera hecho sólo los exorcismos en los que tengo una certeza total, posiblemente no hubiera hecho ninguno. Pero Dios ayuda y me ayuda. Y en los momentos difíciles, siento también la ayuda de María, como te decía antes.
–¿Y qué haces?
El exorcismo consiste en una oración, un rito. Yo utilizo la cruz, la estola y el Ritual Romano, el libro que proporciona la Iglesia. A través del Papa, la Iglesia lo aprobó y luego las conferencias episcopales aprueban las traducciones.
–Has vivido casos impactantes. Has explicado que en algún caso te han hablado en lenguas muertas.
Sí, he tenido casos rarísimos, de hechos que no se explican. Como una persona que sin saber latín, en el momento del exorcismo se dirige a mí en ese idioma y me dice “Te mando y te ordeno que no vuelvas a recitar más Padrenuestros”, en latín perfecto. O uno me dice: “Gallego, te estás pasando”. Y muchas cosas más…
–¿Estabas solo?
Había más personas conmigo, normalmente no estoy solo. Cuando veo casos más peligrosos, que me puedan hacer daño (me han amenazado, pero no agredido) siempre estoy acompañado. También me he encontrado casos raros de personas perfectamente normales que me han pedido ayuda, y que en el momento de hacer el exorcismo empiezan con unos movimientos incontrolables. Pero Dios nos protege, no permite que nos hagan daño. Y hasta ahora no me ha abandonado nunca, no tengo miedo ni hay que tener miedo.
–Explicas que has visto levitar.
Sí. El último caso fue un muchacho, su cuerpo se elevaba. Dicen que esto se puede dar por alguna otra circunstancia… yo no sé qué lo provoca, pero lo he visto haciendo el exorcismo. Pero la fuerza del demonio no está en estos fenómenos raros…
–¿Dónde está, entonces?
Está en la fuerza contra Dios y contra todo lo sagrado, ahí es donde veo yo mucha más influencia demoníaca que en estos fenómenos raros, a los que no doy mucha importancia.
–¿Y no tienes miedo?
No, no tengo miedo. Yo continúo con el nombramiento hasta marzo (los nombramientos son por tres años y se van renovando por otros tres). Ahora ya hay otro exorcista en Barcelona. Pero si alguien me pide ayuda, intento atenderlo.
–¿Has hablado de tu continuidad con el actual arzobispo, Juan José Omella?
Hemos tenido hace poco un encuentro muy cordial, ha sido muy atento conmigo. Según parece, yo podría seguir también, pero prefiero que sea con una renovación oficial. En marzo lo veremos.
–A veces, desde la Iglesia se niega la existencia del demonio.
Cierto. Un conocido exorcista fue a visitar a un cardenal. En la visita, el cardenal le dijo: “Usted sabe que el demonio no existe”. El exorcista le contestó: “Voy a regalarle un libro que dice que sí existe”. Y le regaló el Evangelio.
–¿Y qué le dirías, con todo lo que has vivido, a una persona que te lo niega? ¿O a un religioso?
Nada, he optado por no discutir nada. Ni con un amigo sacerdote. Esto es como el que tiene una fe ciega en algo, y le dicen que ahí no hay fe. Yo solo le digo: que no te pase nunca ni veas nunca algunas cosas que yo he vivido, porque posiblemente cambiarías de opinión. Pero no voy nunca a decir que seas mejor ni peor… Yo claro que creo en el demonio.
–Igual pasa porque nos imaginamos una especie de personaje…
…y esto no es, claro. Es una fuerza, un espíritu mucho más inteligente que nosotros, adivina cosas que ni podemos imaginar… esto último lo he visto en persona poseídas…
–¿Y cómo se explica esto?
Bueno… pues no lo sé, es un misterio que está ahí. Hay sufrimiento y ayudo con la fe, sólo con la fe. Porque si veo que es un problema de psicología o psiquiatría, también se lo digo que vaya a visitarse. Pero hay casos donde la psiquiatría no llega, va más allá. Le llamemos demonio o le llamemos como queramos, hay casos que ahí están.
–Dijiste una vez que una persona poseída no podría ni entrar en una Iglesia.
Depende, también hay que entran en la iglesia y comulgan. Hay un sacerdote que dice que el demonio actúa o no, conforme lo que puede ayudar a sus planes.
–Explicas que es un ministerio eclesial muy duro. A veces te ha afectado tu salud. ¿Cómo lo llevas?
Sí, me ha afectado… no quiero hacerme el mártir ni mucho menos, pero en lo que he tenido en el cerebro, que me han operado, creo que ha influido, la tensión que he vivido a veces…
–Y esta es tu confianza. La fe.
Sí. Y luego, no hay que pensar que porque hagamos un exorcismo, la persona se va a salvar de todo, porque depende de muchas cosas… pero al menos lo intento. Es terrible el sufrimiento que puede haber en la persona que lo padece.
–¿Cobras por las visitas?
No, no cobro ni he cobrado por ello. Sí que agradezco cuando recibo un donativo, ya que nos ayuda con los gastos y necesidades que tenemos.
–Lo que más valoras son las personas que has ayudado.
Sí, hay personas que se muestran muy agradecidas. Incluso a veces, me llegó a dar miedo cuando alguna persona que había ayudado enviaba a otra, “vete al Padre Gallego que te curará”. Y yo les decía que no curo nada, que es un ministerio sacramental. Llegó a venir gente de todo el mundo…
–Y estas vivencias, ¿a ti te han ayudado en algo?
Me ha ayudado a fortalecer mi fe en Dios, en María, en el Ángel de la Guarda… La fe es un don de Dios, es la que te sostiene y te da fuerza.
–¿En el Ángel de la Guarda también?
Es la ayuda que Dios nos da a todos. La tradición dice que todos tenemos un Ángel de la Guarda que nos ayuda en muchos momentos. Si somos creyentes, seguro que podremos pensar en algún momento de la vida en que podemos admitir que Dios nos ayudó. Y seremos más agradecidos.
–Danos algún consejo para mantenernos alejados de todo lo que hemos hablado…
La fe. No somos conscientes de lo mucho que nos protege la fe.
–Le acabo preguntando por el recuerdo de su hermano, el padre Jordán Gallego. Sé que cuando murió, le afectó muchísimo.
Mi hermano fue muy importante para mí. Me influyó mucho, el fue profesor mío también, pero tampoco llegamos a vivir juntos, compartíamos algunos veranos. Aprendí mucho de él. Tenía una gran inteligencia y preparación. Su tesis doctoral, “La Metafísica de Diego Mas”, publicada en castellano, ahora van a publicarla en catalán. Tengo muchas ganas de ver esta edición.
Al convent on viu ara, veig com les religioses i el personal que treballa atenent la gent gran, el saluden mot afectuosament. Es mostra molt agraït de ser allà. I jo agraïda que s’hi trobi bé. Al llarg de la vida ha acompanyat i ajudat molt, ara li toca també estar en pau, ser cuidat i estimat. S’ho mereix.
Maria-Josep Hernàndez